La renuncia psicológica

Ernesto Tentle

ernesto.tentle.psic@gmail.com

Dentro del deporte en todos sus niveles, abarcando desde el alto rendimiento al recreativo; se ha observado un fenómeno recurrente en el resultado final de la competencia: este es que el equipo o atleta que ha dominado la justa, demuestra un cambio repentino en su desempeño cerca del final de la misma, reflejado en un marcador que si bien antes le favorecía, es ahora un crudo testimonio de alguna carencia que lo hace perder la contienda. Quienes no hayan vivido dicho experiencia, podrán encontrar claros ejemplos en el futbol profesional de nuestro país, en el cual la selección nacional va ganando y en el último minuto le ganan el partido.

La dimensión psicológica de dicho fenómeno es relevante para comprender el origen de este fenómeno, siendo determinante por encima de aspectos metodológicos tales como la preparación física y técnico-táctica. Dentro de la psicología del deporte, se ha acuñado el término renuncia psicológica para designar la situación ya descrita.

Las emociones, a diferencia de los sentimientos, son respuestas viscerales estrechamente ligadas a bases biológicas del comportamiento (Antoni y Zenter 2015).[1]. Esta característica las convierte en gestores importantes del nivel de activación, relación existente entre la respuesta física (conductual) y aspectos emotivos y cognitivos. Considerando lo anterior, existen estados emocionales que son funcionales acorde a momentos específicos de la competencia de cada deporte.

Regresando a la renuncia psicológica, es necesario identificar el estado de las capacidades físicas de un atleta o equipo en una competencia que está por terminar: debido al esfuerzo realizado a lo largo de la misma, la intensidad de las acciones disminuye hasta un umbral aeróbico, por lo cual el partido o juego se convierte en un duelo de resistencia.

Las actividades aeróbicas evocan la melancolía llevando al atleta a reflexiones, las cuales en ese momento son contraproducentes (Esqueda 2016)[2], siendo la principal y más perjudicial de ellas “que ya termine el partido, voy ganando”.

Dicho escenario es posible únicamente con la renuncia de alguna de las partes, y debido a que no es posible controlar el comportamiento del adversario, será el propio deportista gestor de su derrota.

El reconocimiento de los indicadores ya mencionados de la renuncia psicológica (baja de nivel de activación, comentarios del atleta de reflexiones intrascendentes o lejanas al momento actual, cambio repentino en el plan de ejecución, perdida precipitada de la ventaja en el marcador) permite al entrenador intervenir eficazmente para asegurar la victoria.

Algunas recomendaciones son: Si el equipo o atleta sigue manteniendo la ventaja, será necesario darle instrucciones claras y precisas, al tiempo que se enfatiza que el desempeño en la competencia ha sido hasta ahora el mejor de sus vidas. Es en este momento importante indicarles que desearía que el partido nunca terminase para seguir disfrutando de su calidad de vencedores. Dicha interpretación de la situación actual propicia la alegría en el competidor, emoción que facilita la creatividad tan necesaria para asegurar resultados positivos

[1] Antoni, M. y Zentner, J. (2015). Las cuatro emociones Básicas. Madrid:Herder

[2] Esqueda, A. (2016). Manejo emocional mediante la actividad física. VII Congreso internacional de psicología del deporte. Buenos Aires.